San Romero de América

Monseñor Romero, voz del pueblo, eco sagrado de la brisa callada, luz encendida en tiempos oscuros, mano tendida, verdad proclamada.

Caminaste entre nosotros heridos, con el fuego de amor encendido, defendiendo al humilde y al pobre, sin temor al poder desmedido.

Tú palabra era un grito en la sombra, un consuelo en el valle del llanto, un relámpago alzando justicia, un refugio en los tiempos de espanto.

Te callaron las balas un día, pero nunca silenciaron tu historia, pues, sembraste en la tierra martirio, y brotaste en el pueblo memoria.

Hoy tu sangre es semilla y bandera, en los campos de lucha y anhelo.
Monseñor, sigues siendo esperanza, un profeta de Dios desde el cielo.

Ashley Julieth Ángel Crespín

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